[ Cliquez sur l'image pour l'agrandir ]
|
Evtuchenko es un loco,
es un clown,
así dicen con boca cerrada.
Ven, Evtuchenko,
vamos a no conversar,
ya lo hemos hablado todo
antes de llegar a este mundo,
y hay en tu poesía
rayos de luna nueva,
pétalos electrónicos,
locomotoras,
lágrimas,
y de cuando en cuando, hola!
arriba! abajo!
tus piruetas, tus altas acrobacias.
Y por qué no un payaso?
Nos faltan en el mundo
Napoleón, un clown de las batallas
(perdido más tarde en la nieve),
Picasso, clown del cosmos,
Bailando en el altar
de los milagros,
y Colón, aquel payaso triste
que humillado en todas las pistas
nos descubrió hace siglos.
Sólo al poeta no quieren dejarlo,
quieren robarle su pirueta,
quieren quitarle su salto mortal.
Yo lo defiendo
contra los nuevos filisteos.
Adelante Evtuchenko,
mostremos en el circo
nuestra destreza y nuestra tristeza,
nuestro placer de jugar con la luz
para que la verdad relampaguee
entre sombra y sombra.
Hurrah!
ahora entremos,
que se apague la sala y con un reflector
alúmbrennos las caras
para que así puedan ver
dos alegres pájaros
dispuestos a llorar con todo el mundo.
es un clown,
así dicen con boca cerrada.
Ven, Evtuchenko,
vamos a no conversar,
ya lo hemos hablado todo
antes de llegar a este mundo,
y hay en tu poesía
rayos de luna nueva,
pétalos electrónicos,
locomotoras,
lágrimas,
y de cuando en cuando, hola!
arriba! abajo!
tus piruetas, tus altas acrobacias.
Y por qué no un payaso?
Nos faltan en el mundo
Napoleón, un clown de las batallas
(perdido más tarde en la nieve),
Picasso, clown del cosmos,
Bailando en el altar
de los milagros,
y Colón, aquel payaso triste
que humillado en todas las pistas
nos descubrió hace siglos.
Sólo al poeta no quieren dejarlo,
quieren robarle su pirueta,
quieren quitarle su salto mortal.
Yo lo defiendo
contra los nuevos filisteos.
Adelante Evtuchenko,
mostremos en el circo
nuestra destreza y nuestra tristeza,
nuestro placer de jugar con la luz
para que la verdad relampaguee
entre sombra y sombra.
Hurrah!
ahora entremos,
que se apague la sala y con un reflector
alúmbrennos las caras
para que así puedan ver
dos alegres pájaros
dispuestos a llorar con todo el mundo.
Pablo Neruda, Poema XIV de la obra póstuma “Elegía” (Obras completas, Tomo III) p. 766 Edición de Hernán Loyola. Galaxia Gutemberg 1999.
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire