Ricardo Paseyro |
[...] Tan insana, e igualmente persistente, ha sido la folletinesca persecución literario-política desatada contra mi persona y mi obra por cierto ambiguo uruguayo de apellido gallego, algo así como Ribeyro. El tipo publica desde hace varios años, en español y en francés, panfletos en que me descuartiza. Lo sensacional es que sus proezas antinerúdicas no solo desbordan el papel de imprenta que él mismo costea, sino que también se ha financiado costosos viajes encaminados a mi implacable destrucción.
Este curioso personaje emprendió camino hasta la sede universitaria de Oxford, cuando se anunció que allí se me otorgaría el titulo de doctor honoris causa. Hasta allá llegó el poetiso uruguayo con sus fantásticas incriminaciones, dispuesto a mi descuartizamiento literario. Los Dones me comentaron festivamente las acusaciones en mi contra, todavía vestido yo con la toga escarlata, después de haber recibido la honorífica distinción, mientras bebíamos el oporto ritual.
Más inconcebible y más aventurado aún fue el viaje a Estocolmo de este mismo uruguayo, en el año de 1963. Se rumoreaba que yo obtendría en aquella ocasión et premio Nobel. Pues bien, el tipo visitó a los académicos, dio entrevistas de prensa, habló por radio para asegurar que yo era uno de los asesinos de Trotski. Con esa maniobra pretendía inhabilitarme para recibir el premio.
Al correr del tiempo se comprobó que el hombre anduvo siempre con mala suerte y que, tanto en Oxford como en Estocolmo, perdió tristemente su dinero y su forcejeo.
Más inconcebible y más aventurado aún fue el viaje a Estocolmo de este mismo uruguayo, en el año de 1963. Se rumoreaba que yo obtendría en aquella ocasión et premio Nobel. Pues bien, el tipo visitó a los académicos, dio entrevistas de prensa, habló por radio para asegurar que yo era uno de los asesinos de Trotski. Con esa maniobra pretendía inhabilitarme para recibir el premio.
Al correr del tiempo se comprobó que el hombre anduvo siempre con mala suerte y que, tanto en Oxford como en Estocolmo, perdió tristemente su dinero y su forcejeo.
Confieso que he vivido, dans Nerudiana dispersa, pages 722-723, Obras completas, tomo V. Galaxia Gutemberg, Barcelona, 2002.
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire