Le discours de Pablo Neruda au Banquet Nobel à l'Hôtel de ville de Stockholm, le 10 décembre 1971 (en espagnol)
Altezas, Señoras y Señores,
Venimos de muy lejos, de fuera o de dentro de nosotros mismos, de idiomas contrapuestos, de países que se aman. Aquí nos encontramos, en Estocolmo, en esta noche central del mundo. Hemos llegado de la química, de los microscopios, de la cibernética, del álgebra, de los barómetros, de la poesía, para reunirnos. Venimos de la oscuridad de nuestros laboratorios a enfrentarnos con una luz que nos honra y que, por el momento, nos enceguece. Para nosotros, laureados, se trata de una alegría y de una agonía.
Pero antes de agradecer y antes de respirar tengo que reconcentrarme, perdón, irme lejos de aquí, perdón, volver a mi tierra, perderme una vez más en la noche y en el amanecer de mi patria.
Vuelvo a calles de mi infancia, al invierno del sur de América, a los jardines de lilas de la Araucanía, a la primera María que tuve en mis brazos, al barro de las calles que no conocían el pavimento, a los indios enlutados que nos dejó la Conquista, a un país, a un continente oscuro que buscaba la claridad. Y si este resplandor se prolonga desde esta sala de fiesta y llega a través de tierra y mar a iluminar mi pasado, está iluminando también el futuro de nuestros pueblos americanos que defienden su derecho a la dignidad, a la libertad y a la vida.
Yo soy un representante de aquel tiempo, y de las actuales luchas que pueblan mi poesía. Perdón por haber extendido mi reconocimiento hacia todos los míos, hacia los olvidados de la tierra que en esta ocasión feliz de mi vida me parecen más verdaderos que mi expresión, más altos que mis cordilleras, más anchos que el océano. Yo pertenezco con orgullo a la multitud humana, no a unos pocos, sino a unos muchos, y aquí estoy rodeado por su presencia invisible.
En nombre de todos ellos y en el mío propio doy las gracias a la Academia Sueca por el honor que hoy le concede a mi artesanía de poeta. Doy las gracias a este país de inmensos bosques y profundas nieves, cuyo sentido de la igualdad y cuyo amor a la paz, cuyo equilibrio y cuya generosidad impresionan al mundo. Doy las gracias y vuelvo a mis trabajos, a la página blanca que espera cada día a los poetas para que la llenemos con nuestra sangre y nuestra sombra porque con sangre y sombra se escribe, se debe escribir la poesía.
De Les Prix Nobel en 1971, Rédacteur Wilhelm Odelberg, Fondation Nobel, Stockholm, 1972 Copyright © The Nobel Foundation 1971
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