Citation de Pablo Neruda

lundi 6 octobre 2025

ENFERMEDADES EN MI CASA

 

Cuando el deseo de alegría con sus dientes de rosa

escarba los azufres caídos durante muchos meses

y su red natural, sus cabellos sonando

a mis habitaciones extinguidas con ronco paso llegan,

allí la rosa de alambre maldito

golpea con arañas las paredes

y el vidrio roto hostiliza la sangre,

y las uñas del cielo se acumulan,

de tal modo que no se puede salir, que no se puede dirigir

un asunto estimable,

es tanta la niebla, la vaga niebla cagada por los pájaros,

es tanto el humo convertido en vinagre

y el agrio aire que horada las escalas:

en ese instante en que el día se cae con las plumas deshechas,

no hay sino llanto, nada más que llanto,

porque sólo sufrir, solamente sufrir,

y nada más que llanto.


El mar se ha puesto a golpear por años una pata de pájaro,

y la sal golpea y la espuma devora,

las raíces de un árbol sujetan una mano de niña,

las raíces de un árbol más grande que una mano de niña,

más grande que una mano del cielo,

y todo el año trabajan, cada día de luna

sube sangre de niña hacia las hojas manchadas por la luna,

y hay un planeta de terribles dientes

envenenando el agua en que caen los niños,

cuando es de noche, y no hay sino la muerte,

solamente la muerte, y nada más que el llanto.


Como un grano de trigo en el silencio, pero

a quién pedir piedad por un grano de trigo?

Ved cómo están las cosas: tantos trenes,

tantos hospitales con rodillas quebradas,

tantas tiendas con gentes moribundas:

entonces, cómo?, cuándo?,

a quién pedir por unos ojos del color de un mes frío,

y por un corazón del tamaño del trigo que vacila?

No hay sino ruedas y consideraciones,

alimentos progresivamente distribuidos,

líneas de estrellas, copas

en donde nada cae, sino sólo la noche,

nada más que la muerte.


Hay que sostener los pasos rotos.

Cruzar entre tejados y tristezas mientras arde

una cosa quemada con llamas de humedad,

una cosa entre trapos tristes como la lluvia,

algo que arde y solloza,

un síntoma, un silencio.

Entre abandonadas conversaciones y objetos respirados,

entre las flores vacías que el destino corona y abandona,

hay un río que cae en una herida,

hay el océano golpeando una sombra de flecha quebrantada,

hay todo el cielo agujereando un beso.


Ayudadme, hojas que mi corazón ha adorado en silencio,

ásperas travesías, inviernos del sur, cabelleras

de mujeres mojadas en mi sudor terrestre,

luna del sur del cielo deshojado,

venid a mí con un día sin dolor,

con un minuto en que pueda reconocer mis venas.

Estoy cansado de una gota,

estoy herido en solamente un pétalo,

y por un agujero de alfiler sube un río de sangre sin consuelo,

y me ahogo en las aguas del rocío que se pudre en la sombra,

y por una sonrisa que no crece, por una boca dulce,

por unos dedos que el rosal quisiera

escribo este poema que sólo es un lamento,

solamente un lamento.

CARTA EN RESPUESTA A LA CRÓNICA DEL DIARÍO EL MUNDO

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MALVA MARINA 
PHOTO F. JULSING

La Fundación Neruda / Inicio » Sin categoría » Malva Marina, Hija de Pablo Neruda / MALVA MARINA, HIJA DE PABLO NERUDA / Carta en Respuesta a la crónica de el diarío El Mundo / Por Darío Oses, Director Biblioteca Fundación Pablo Neruda / De mi consideración: hemos leído, en la edición digital del diario El mundo, la crónica “La hija madrileña a la que Pablo Neruda abandonó…”, de Paco Riego, que reseña la novela de Hagar Peeters, sobre Malva Marina Reyes, única hija del poeta Pablo Neruda.

Por Darío Oses

Sr. Director

Diario El Mundo

Madrid

        PANTALLAZO EL MUNDO 

De mi consideración: hemos leído, en la edición digital del diario El mundo, la crónica “La hija madrileña a la que Pablo Neruda abandonó…”, de Paco Riego, que reseña la novela de Hagar Peeters, sobre Malva Marina Reyes, única hija del poeta Pablo Neruda.

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Nos parece necesario, hacer algunos comentarios sobre esta crónica.

1.- En sus inicios, esta dice: “Han pasado 84 años y Peeters sacude el manto de misterio que durante ocho décadas cubrió la vida de esta niña con hidrocefalia, Malva Marina, ocultada y repudiada por su propio padre, uno de los más grandes poetas de la historia.

Esto es falso. Peeters no ha sacudido ningún “manto de misterio”. En su biografía, Neruda, publicada en 1984, Volodia Teitelboim le dedica cuatro páginas a Malva Marina. En Pablo Neruda: los caminos del mundo, de 2001, Edmundo Olivares dedica un capítulo a la niña. David Shidlowsky, también aborda el tema, en Las furias y las penas, Pablo Neruda y su tiempo, (2003), y Bernardo Reyes, escribe un extenso estudio, titulado El enigma de Malva Marina, que se publica el 2007.

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El año 2004, en que se conmemoró el centenario de Neruda, la dramaturga Flavia Radrigán estrenó su obra Un ser perfectamente ridículo, puesta en escena por el Teatro de la Universidad de Chile, que desata una cantidad de repetitivas críticas entre otros, del periodista y abogado de ultraderecha, Hermógenes Pérez de Arce, quien escribe: “Su mujer legítima, Antonieta Hagenaar, tuvo una hija enferma de hidrocefalia. Ambas fueron abandonadas por el vate, quedando en la pobreza”. En tanto el escritor Enrique Lafourcade anotaba: “Malva Marina murió a los nueve años. El poeta de la humanidad – que hoy celebramos en forma delirante – declinó volver a verla… Se negó a asistir a los funerales de la niña…”

El mismo año 2004, se encuentra la tumba de Malva Marina, en un cementerio de Gouda, y se publican las primeras fotos de la niña.

2.- En vuestra crónica se habla reiteradamente de una “Malva Marina, ocultada y repudiada por su propio padre”, y del “rechazo” de Neruda por su propia hija.

Advertimos aquí una clara intencionalidad: se usan testimonios, como los del poeta Vicente Aleixandre, que muestran a un Neruda lleno de ternura hacia su hija, o una carta del mismo poeta a su amiga argentina Sara Tornú, en la que le relata su angustia por la enfermedad de la niña, y sus desvelos por el cuidado de ella, como una especie de enajenación del poeta. La crónica dice textualmente: “Al parecer, al comienzo Neruda no era muy consciente del alcance de la enfermedad de su hija, a la que consideró «una maravilla» al poco de nacer.” Así, sobre la base de esta conjetura y de una lectura prejuiciada de los testimonios que muestran a Neruda como un padre preocupado por su hija, se construye la imagen de este padre que al salir de su “ceguera” repudia y oculta a su propia hija.

Se omite el testimonio principal, el poema “Enfermedades en mi casa”, dedicado a la enfermedad de su hija, que es un poema de dolor, que muestra a un poeta que lejos de estar enceguecido por la vanidad paterna, está plenamente consciente de la enfermedad de su hija.

Además, un poeta que quiere ocultar a su hija, no pondría un poema dedicado a ella, en uno de sus libros más importantes, Residencia en la tierra 2, que fue el que le dio reconocimiento en España, entre sus pares de la generación del 27.

3.- En otra parte la crónica dice: “en 1936 el poeta abandona definitivamente a su mujer y a su niña para irse a vivir con la Hormiguita. Las deja casi sin dinero en Montecarlo, ciudad a la que llegan huyendo de la Guerra Civil. Maruca cruza toda Francia con su niña enferma hasta llegar a Holanda, donde se instala en la ciudad de Gouda. Madre e hija pasan hambre y penurias.

Efectivamente Neruda sale con su mujer y con su hija de España cuando las condiciones creadas por la guerra civil hacen difícil y riesgosa la vida allí. Desde hacía tiempo el matrimonio Neruda Hagenaar estaba naufragando. De común acuerdo con su esposa, ella y Malva Marina parten a Holanda y él se va a París a trabajar en actividades anti fascistas. Neruda fue a ver a su hija la última vez que pudo hacerlo, en 1939, en el último viaje que pudo hacer a Europa, para embarcar a los republicanos españoles en el Winnipeg. Después de ese año, Holanda y prácticamente toda Europa fueron ocupadas por los nazis. Neruda se había comprometido a fondo con los movimientos antifascistas de la época. Si hubiese ido a Europa habría terminado prisionero en un campo de exterminio. Malva Marina muere en Holanda en 1943, cuando los nazis todavía eran los dueños de Europa.

Es falso que el poeta haya abandonado a su mujer y a su hija a la miseria. Está documentado por cartas de la misma Maruca Hagenaar y por documentos consulares, que el poeta nunca dejó de enviarles una mesada. Ésta, al principio era en dólares, pero la misma Maruca la solicitó en otra moneda, ya que no podía cambiar dólares en la Holanda ocupada por los nazis.

Lo que Neruda hizo, es lo que hacía en esa época, y siguen haciendo hasta hoy, la mayoría de los matrimonios que se separan: la madre se queda con los hijos, y el padre les da el dinero y los va a ver de vez en cuando. Solo que por circunstancias históricas, Neruda no podía ir a ver a su hija.

4.- La crónica incurre en errores muy gruesos, como el de afirmar que en Chile “Maria Hagenaar, embarazada, sin amigos y con un marido al que sólo ve al amanecer, se rebela. Ya no soporta más ausencias e infidelidades y quiere volver a Europa. Neruda, para aplacarla, echa mano de influyentes amigos del Gobierno y consigue que lo envíen a Madrid.

Lo cierto es que Neruda fue destinado a Buenos Aires, donde conoce a García Lorca, luego a Barcelona, y finalmente a Madrid. Tampoco fue cónsul general, como lo señala la crónica.

El antinerudismo es ya una tradición, y como en este caso, muchas de las imágenes anti Neruda, se construyen en gran medida haciendo abstracción de las condiciones del momento, simplificando los hechos y a veces, con un sentido oportunista: el de acoplarse al ícono Neruda, mundialmente reconocido, para alcanzar alguna notoriedad.


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LITTERATURE 1971 DES MAINS DU ROI DE SUEDE


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La nouvelle fut annoncée le 21 octobre 1971, mais il reçut le prix quelques mois plus tard, le 10 décembre 1971, des mains du roi Gustave Adolphe.

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1971 - 21 OCTOBRE – 2024



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     TÉMOIGNAGE DE JOSÉ BALMES
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    jeudi 2 novembre 2023

    LA MA NOUNOU

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    TRINIDAD CANDIA MALVERDE.
     1927

    La Ma Nounou


    La Ma Nounou s’avance

    dans ses sabots de bois. Au soir d’hier

    le vent du Pôle a soufflé, les toits

    se sont brisés, les murs

    et les ponts se sont effondrés,

    toute la nuit a hurlé avec ses pumas,

    et maintenant, en ce matin

    de soleil glacé, la voici

    la Ma Nounou donã

    Trinidad Marverde,

    douce comme la timide fraîcheur

    du soleil dans les pays de tempête,

    lampe

    menue et s’éteignant,

    se rallumant

    pour que tous voient bien le chemin.


    O douce Ma Nounou

    - je n’ai jamais pu

    t’appeler belle-mère -

    maintenant

    ma bouche tremble pour te définir,

    j’étais à peine

    à l’âge où l’on comprend

    que je voyais déjà la bonté habillée de pauvres nippes noires,

    la sainteté la plus utile :

    celle de l’eau, celle de la farine ;

    tu fus cela : la vie te pétrit, tu fus pain

    que nous mangions là-bas,

    de l’hiver long à l’hiver désolé

    où notre toit gouttait

    à l’intérieur de la maison

    et ton humilité partout présente

    égrenant

    l’âpre

    céréale de la pauvreté

    comme si tu avais

    réparti

    une rivière de diamants. 


    Aïe ! maman, comment ai-je pu

    vivre sans t’évoquer

    à chacune de mes minutes ?

    Ce n’est pas possible. Je porte

    dans mon sang ton Marverde,

    le nom

    du pain qu’on se partage,

    de ces

    douces mains

    qui dans le sac à farine taillèrent

    les caleçons de mon enfance,

    le nom de celle qui cuisina, repassa, lava,

    sema, calma ma fièvre

    et qui, lorsque tout fut fini

    et que

    je pouvais bien me tenir ferme sur mes jambes,

    s’en alla, obscure et parfaite,

    vers le petit cercueil

    où pour la première fois elle n’eut plus rien à faire

    sous la pluie dure de Temuco.


    Traduit de l’espagnol par Claude Couffon

    In, Pablo Neruda : « Mémorial de l’Isle-Noire »

    Editions Gallimard, 1970

    jeudi 26 octobre 2023

    WALKING AROUND

      –WALKING AROUND–





    Sucede que me canso de ser hombre.
    Sucede que entro en las sastrerías y en los cines
    marchito, impenetrable, como un cisne de fieltro
    navegando en un agua de origen y ceniza.

    El olor de las peluquerías me hace llorar a gritos.
    Sólo quiero un descanso de piedras o de lana,
    sólo quiero no ver establecimientos ni jardines,
    ni mercaderías, ni anteojos, ni ascensores.

    Sucede que me canso de mis pies y mis uñas
    y mi pelo y mi sombra.
    Sucede que me canso de ser hombre.

    Sin embargo sería delicioso
    asustar a un notario con un lirio cortado
    o dar muerte a una monja con un golpe de oreja.
    Sería bello
    ir por las calles con un cuchillo verde
    y dando gritos hasta morir de frío.

    No quiero seguir siendo raíz en las tinieblas,
    vacilante, extendido, tiritando de sueño,
    hacia abajo, en las tripas mojadas de la tierra,
    absorbiendo y pensando, comiendo cada día.

    No quiero para mí tantas desgracias.
    No quiero continuar de raíz y de tumba,
    de subterráneo solo, de bodega con muertos
    ateridos, muriéndome de pena.

    Por eso el día lunes arde como el petróleo
    cuando me ve llegar con mi cara de cárcel,
    y aúlla en su transcurso como una rueda herida,
    y da pasos de sangre caliente hacia la noche.

    Y me empuja a ciertos rincones, a ciertas casas húmedas,
    a hospitales donde los huesos salen por la ventana,
    a ciertas zapaterías con olor a vinagre,
    a calles espantosas como grietas.

    Hay pájaros de color de azufre y horribles intestinos
    colgando de las puertas de las casas que odio,
    hay dentaduras olvidadas en una cafetera,
    hay espejos
    que debieran haber llorado de vergüenza y espanto,
    hay paraguas en todas partes, y venenos, y ombligos.

    Yo paseo con calma, con ojos, con zapatos,
    con furia, con olvido,
    paso, cruzo oficinas y tiendas de ortopedia,
    y patios donde hay ropas colgadas de un alambre:
    calzoncillos, toallas y camisas que lloran
    lentas lágrimas sucias.

    –Pablo Neruda–

    samedi 7 octobre 2023

    LA MAMADRE

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    LAURA REYES (HERMANA), PABLO NERUDA
    Y TRINIDAD CANDIA MALVERDE,
    SU QUERIDA MAMADRE   
    La mamadre

    La mamadre viene por ahí,

    con zuecos de madera. Anoche

    sopló el viento del polo, se rompieron

    los tejados, se cayeron

    los muros y los puentes,

    aulló la noche entera con sus pumas,

    y ahora, en la mañana

    de sol helado, llega

    mi mamadre, doña

    Trinidad Marverde,

    dulce como la tímida frescura

    del sol en las regiones tempestuosas,

    lamparita

    menuda y apagándose,

    encendiéndose

    para que todos vean el camino.


    Oh dulce mamadre

    —nunca pude

    decir madrastra—,

    ahora

    mi boca tiembla para definirte,

    porque apenas

    abrí el entendimiento

    vi la bondad vestida de pobre trapo oscuro,

    la santidad más útil:

    la del agua y la harina,

    y eso fuiste: la vida te hizo pan

    y allí te consumimos,

    invierno largo a invierno desolado

    con las goteras dentro

    de la casa

    y tu humildad ubicua

    desgranando

    el áspero

    cereal de la pobreza

    como si hubieras ido

    repartiendo

    un río de diamantes.


    Ay mamá, cómo pude

    vivir sin recordarte

    cada minuto mío?

    No es posible. Yo llevo

    tu Marverde en mi sangre,

    el apellido

    del pan que se reparte,

    de aquellas

    dulces manos

    que cortaron del saco de la harina

    los calzoncillos de mi infancia,

    de la que cocinó, planchó, lavó,

    sembró, calmó la fiebre,

    y cuando todo estuvo hecho,

    y ya podía

    yo sostenerme con los pies seguros,

    se fue, cumplida, oscura,

    al pequeño ataúd

    donde por vez primera estuvo ociosa

    bajo la dura lluvia de Temuco.


    [Del libro Memorial de Isla Negra] 

    * En la Foto Laura Reyes (Hermana), Pablo Neruda y Trinidad Candia Marverde, su querida Mamadre.  

    mardi 26 septembre 2023

    TOROS

    [ PINCHAR LA IMAGEN PARA AMPLIAR ]

    TOROS

    Toros


    I


    Entre las aguas del norte y las del sur

    España estaba seca,

    sedienta, devorada, tensa como un tambor,

    seca como la luna estaba España

    y había que regar pronto antes de que ardiera,

    ya todo era amarillo,

    de un amarillo viejo y pisoteado,

    ya todo era de tierra,

    ni siquiera los ojos sin lágrimas lloraban

    (ya llegará el tiempo del llanto)

    desde la eternidad ni una gota de tiempo,

    ya iban mil años sin lluvia,

    la tierra se agrietaba

    y allí en las grietas los muertos:

    un muerto en cada grieta

    y no llovía,

    pero no llovía.


    II


    Entonces el toro fue sacrificado.

    De pronto salió una luz roja

    como el cuchillo del asesino

    y esta luz se extendió desde Alicante,

    se encarnizó en Somosierra.

    Las cúpulas parecían geranios.

    Todo el mundo miraba hacia arriba.

    Qué pasa? preguntaban.

    Y en medio del temor

    entre susurro y silencio

    alguien que lo sabía

    dijo: “Esa es la luz del toro”.


    III


    Vistieron a un labriego pálido

    de azul con fuego, con ceniza de ámbar,

    con lenguas de plata, con nube y bermellón,

    con ojos de esmeralda y colas de zafiro

    y avanzó el pálido ser contra la ira,

    avanzó el pobre vestido de rico para matar,

    vestido de relámpago para morir.


    IV

    Entonces cayó la primera gota de sangre y floreció,

    la tierra recibió sangre y la fue consumiendo

    como una terrible bestia escondida que no puede saciarse,

    no quiso tomar agua,

    cambió de nombre su sed,

    y todo se tiñó de rojo,

    las catedrales se incendiaron,

    en Góngora temblaban los rubíes,

    en la plaza de toros roja como un clavel

    se repetía en silencio y furia el rito,

    y luego la gota corría boca abajo

    hacia los manantiales de la sangre,

    y así fue y así fue la ceremonia,

    el hombre pálido, la sombra arrolladora

    de la bestia y el juego

    entre la muerte y la vida bajo el día sangriento.


    V


    Fue escogido entre todos el compacto,

    la pureza rizada por olas de frescura,

    la pureza bestial, el toro verde,

    acostumbrado al áspero rocío,

    lo designó la luna en la manada,

    como se escoge un lento cacique fue escogido.

    Aquí está, montañoso, caudal, y su mirada

    bajo la media luna de los cuernos agudos

    no sabe, no comprende si este nuevo silencio

    que lo cubre es un manto genital de delicias

    o sombra eterna, boca de la catástrofe.

    Hasta que al fin se abre la luz como una puerta,

    entra un fulgor más duro que el dolor,

    un nuevo ruido como sacos de piedras que rodaran

    y en la plaza infinita de ojos sacerdotales

    un condenado a muerte que viste en esta cita

    su propio escalofrío de turquesa,

    un traje de arco iris y una pequeña espada.


    VI


    Una pequeña espada con su traje,

    una pequeña muerte con su hombre,

    en pleno circo, bajo la naranja implacable

    del sol, frente a los ojos que no miran,

    en la arena, perdido como un recién nacido,

    preparando su largo baile, su geometría.

    Luego como la sombra y como el mar

    se desatan los pasos iracundos del toro

    (ya sabe, ya no es sino su fuerza)

    y el pálido muñeco se convierte en razón,

    la inteligencia busca bajo su vestidura

    de oro cómo danzar y cómo herir.

    Debe danzar muriendo el soldado de seda.

    Y cuando escapa es invitado en el Palacio.

    Él levanta una copa recordando su espada.

    Brilla otra vez la noche del miedo y sus estrellas.

    La copa está vacía como el circo en la noche.

    Los señores quieren tocar al que agoniza.


    VII


    Lisa es la femenina como una suave almendra,

    de carne y hueso y pelo es la estructura,

    coral y miel se agrupan en su largo desnudo

    y hombre y hambre galopan a devorar la rosa.

    Oh flor! La carne sube en una ola,

    la blancura desciende su cascada

    y en un combate blanco se desarma el jinete

    cayendo al fin cubierto de castidad florida.


    VIII


    El caballo escapado del fuego,

    el caballo del humo,

    llegó a la Plaza, va como una sombra,

    como una sombra espera al toro,

    el jinete es un torpe

    insecto oscuro,

    levanta su aguijón sobre el caballo negro,

    luce la lanza negra, ataca

    y salta

    enredado en la sombra y en la sangre.


    IX


    De la sombra bestial suenan los suaves cuernos

    regresando en un sueño vacío al pasto amargo,

    solo una gota penetró en la arena,

    una gota de toro, una semilla espesa,

    y otra sangre, la sangre del pálido soldado:

    un esplendor sin seda atravesó el crepúsculo,

    la noche, el frío metálico del alba.

    Todo estaba dispuesto. Todo se ha consumido.

    Rojas como el incendio son las torres de España.




    jeudi 21 septembre 2023

    ANTONIO QUINTANA PHOTOGRAPHE

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    AUTOPORTRAIT D'ANTONIO QUINTANA

    Professeur de physique-chimie et de géographie, responsable syndical, membre du Parti communiste, Antonio Quintana Contreras est le fondateur de la première école de photographie chilienne dans les années 1940.
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    AUTOPORTRAIT D'ANTONIO QUINTANA

    Antonio Quintana, né en 1904 et mort le 21 juin 1972, est un photographe, illustrateur, auteur et enseignant chilien. Il est l'auteur d'une œuvre sur le Chili des années 1930 à 1960, proche de la photographie humaniste d'un Robert Doisneau ou Willy Ronis. Il a notamment réalisé une série intitulée Las manos del Hombre (les mains de l'homme), où il photographie des milliers de mains de paysans et de travailleurs du pays.


    Antonio Quintana Contreras, photographe engagé, n’aura guère le temps de participer à l’avènement de l’Unité Populaire. Il meurt le 21 juin 1972 dans le jardin de sa maison, rue Fernando Marquez de la Plata à Santiago (à deux pas de la « Chascona », maison de Pablo Neruda à Santiago du Chili) des suites d’une hémorragie cérébrale. À ses funérailles, Salvador Allende le célèbre par ces mots : « avec Quintana disparaît l’un des meilleurs d’entre nous », ainsi se tourne avec sa disparition l’une des pages principales de l’histoire de la photographie documentaire et sociale au Chili.

    lundi 3 avril 2023

    PROLOGUE DE LA NOUVELLE ÉDITION DE «RÉSIDENCE SUR LA TERRE»

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    EL POETA CHILENO, RAÚL ZURITA, EN 2018. FOTO AGENCE OPALE / ALAMY

     

    Ñ

    Raúl Zurita écrit sur « un miracle » appelé Pablo Neruda / L'auteur chilien, l'un des plus influents de la poésie vivante en espagnol, célèbre dans un nouveau prologue la maestria de son compatriote et lauréat du prix Nobel dans «Résidence sur la terre»

    Ce sont des images, des ailes, des solitudes. Neruda : le dernier cap des mots

    Parmi les plumes qui effraient, parmi les nuits,

    parmi les magnolias, parmi les télégrammes,

    parmi le vent du Sud et l'Ouest marin,

     te voici qui viens en volant.

    (Voici Alberto Rojas Jiménez qui vient en volant) 1

    C'est l'un des poèmes les plus prodigieux jamais écrits et le simple fait qu'il existe, ainsi que le livre qui le contient, est un miracle. Dans un autre poème du livre, on trouve la vision hallucinante d'un début :

    Comme des cendres, comme des mers se peuplant,

    dans la lenteur submergée, dans l’informe,

    ou comme on entend du haut des chemins

    la traversée en croix des coups de cloches, 2

    RAÚL ZURITA

    PORTADA DE
     «RESIDENCIA EN LA TIERRA»

    C'est le début de « Galop mort », le premier poème de Résidence sur la terre, et l'effet est immédiat : on parvient à entrevoir les traces d'une nouvelle genèse : le ton, la texture de l'image, sa blancheur, son immensité, et notre impression est une fois de plus celle d'être devant un monument impossible : rien dans Résidence sur la terre n'était prédit. Contrairement à Borges, par exemple, dont l'œuvre, sans doute grandiose, est d'une manière ou d'une autre contenue dans l'horizon spéculatif d'un monde qui a créé la théorie de la relativité et des géométries multidimensionnelles, il n'est donc pas invraisemblable de déduire, à la manière de Borges, que s'il n'avait pas écrit «Les Ruines circulaires» ou « L'Aleph », quelqu'un d'autre, un autre Borges, l'aurait fait. Il n'y avait rien, absolument rien dans une culture ou dans une histoire ou dans une langue qui suggérait que cet ensemble de poèmes allant de «Galop mort» à «Josie Bliss», qui clôt le deuxième volume de Résidence, pouvait être écrit, mais il le fut.

    C'est-à-dire que l'immortelle litanie d'Alberto Rojas a été écrite comme un naufrage vers l'intérieur, nous mourons, à partir de « Seule la mort », fut écrite l'eau originelle et les cendres de «Walking around». 

    L'instantanée luminosité d'une nouvelle naissance avec l'obscurité informe et ineffaçable d’une nouvelle mort furent écrites d’un même tenant.

    Comme on sait, les poèmes qui compsent les deux Résidences ont été écrits entre 1925 et 1935, alors que Neruda était consul en Orient, d'abord à Rangoon, puis à Colombo et Batavia, l'actuelle Jakarta, une période que tous ses érudits s'accordent à signaler comme décisive pour son œuvre et pour sa vie. Cette affirmation est indiscutable et en même temps creuse ; les circonstances biographiques rendent comptent du point blanc de l'écriture, mais sont incapables d’inclure son ombre. Cette rectification centrale des données que l'art imprime sur la vie et qui est précisément ce que nous appelons Rimbaud, Whitman, Borges, Neruda.

    Mais même au-delà de cela, il y a quelque chose qui se passe spécifiquement avec la poésie, quelque chose qui n'a pas encore été formulé et qui la rend profondément réfractaire au vice des interprétations. Parallèlement au monde, les grands poèmes représentent la dernière limite du langage, il n'y a rien au-delà, et donc ils sont eux-mêmes l'ultime interprétation, le dernier cap de mots.

    Il n'y a d'autre dialogue avec la poésie qui ne soit celui de l'émotion et de l'inférence (mais cette émotion et cette inférence ont forgé les nations, créé des peuples, annoncé d’interminables apocalypses). On peut alors imaginer les paysages et les scènes des Résidences ; ces cendres, ces mers qui se peuplent et, devant elles, cet être encore sans nom qui, en un instant, voyant les brisants balayer encore et encore la plage déserte, comprend soudain qu'ils seront toujours là, s’élevant et descendant sans fin. Mais qu'il y aura une aurore où cet être sans nom ne les verra plus. À partir de là, il fait la plus transcendante des découvertes, celle qui s'insère dans chaque particule de ce que nous sommes (dans ces doigts qui tapent à la machine avec difficulté, dans les chansons que j’écoute dès l'aube pour chasser l'angoisse, dans mon scepticisme, dans ta soif, María): découvre la mort, et immédiatement après découvre le langage, qui est avant tout le sortilège que l'être humain jette face à l’évidence absolue, incompréhensible, terrifiant que nous devons tous mourir. Le premier de ce sortilège est ce que nous appelons le poème.

    C'est le fait poétique central et l'apparente étrangeté de la géographie nérudienne, ses lits flottants, ses magasins orthopédiques sont les sortilèges que le langage jette à la mort pour la différer. Dans cet affrontement radical, irrécusable, toutes les sphères de l'existence sont mobilisées. Nous sommes les enfants de cette confrontation, nous sommes les enfants de la mort et du poème. Tendus entre la mort et la vie, les poèmes des Résidences nous font voir que dans cette lutte titanesque, dévastatrice, sans fin que mènent entre eux ces deux frères jumeaux, la langue et la mort, l'histoire de la poésie est l'histoire éternellement vaincue et éternellement renouvelée des sortilèges par lesquels le langage tente de différer le devoir de mourir.

    Les poèmes de Résidence sur la terre, dans leur étonnante particularité, dans leur registre unique, dans leur fidélité aux sons réellement entendus par Neruda, fusionnent avec les mots de nos vies, donnant à la langue que nous parlons, à cette langue pour nous datée, la possibilité symbolique d'un nouveau départ. D'une nouvelle alternance où les êtres et les ombres qui parlent dans ces poèmes, dans leur jargon des morts, dans leurs cloches silencieuses, dans leurs océans d'origine et de cendres, sont tour à tour les milliers et millions de fragments d'expériences, d'échecs, d'érotisations, de femmes en train d'uriner et de petits fonctionnaires qui défilent dans les rues de Rangoon et d'autres qui déambulent entre boutiques de tailleurs et vêtements suspendus, hermétiques comme un cygne de feutre, qui, se rejoignant un à un, composent l'humanité qui habite les Résidences. Ce n'est pas une voix, c'est ce recueil gélatineux, presque infini, de sang, de nerfs, de culture, de rêves, de souvenirs, d'héroïsme inattendu, de selles et d'espoirs qui se vident dans le langage, ce qui apparaît dans cette synthèse qui pointe du même coup les limites infranchissables d'un vide. Neruda est Neruda parce qu'il est l'humanité entière, l'humanité entière est l'humanité entière parce que c'est un vide, Neruda est l'humanité entière parce que c'est le vide que la mort laisse derrière elle en paroles :

    Mais la mort marche aussi à travers le monde munie d'un balai,

    elle lèche le sol cherchant des défunts,

    la mort est sur le balai,

    c'est la langue de la mort cherchant les morts,

    c'est l'aiguille de la mort qui cherchant le fil. 3

    Installé au cœur de la langue, seul Pablo Neruda, c'est-à-dire, seul ce chiffre, ce temps que nous appelons aujourd'hui Pablo Neruda, a pu écrire Résidence sur la terre, mais il a pu le faire parce que ses lecteurs sont des êtres blessés, qui saignent, qui suivent le vers de ces poèmes, les stations de son sang et de sa mort. 

    Nous résidons sur la terre, c'est-à-dire que nous résidons dans la vérité nue de cette écriture, non dans sa rhétorique, mais dans ce laconisme essentiel qui a l’irrémédiable : nous sommes des êtres morts prêtés à la vie une seconde, nous vivons, nous mourons, et c’est cette condition extrême et paradoxale qui nous est maintes et maintes fois rappelée dans les chefs-d'œuvre : la Comédie de Dante, Don Quichotte, Shakespeare, Dostoïevski, Whitman, Rimbaud, les Cantos de Pound, Résidence sur la terre, le Chant général de Neruda. En d'autres termes, ce que ces œuvres nous montrent, c'est que nous ne sommes pas habités uniquement par nos rêves, tout comme nous ne sommes pas punis uniquement pour nos crimes. 

    Dans un monde qui a multiplié à l'infini le présent de Troie, et qui a mené la planète au bord de l'effondrement, ce qui est réel, ce qui est effroyablement réel, c'est le vide laissé par les mots une fois prononcés.

    Derrière « Seulement la mort », il n'y a que la mort. Condamnés à ne pas oublier (la destruction de Troie n'a pas eu lieu, elle arrive et Homère n'est que l'ondulation de son avenir), nous plongeons dans ce passé intemporel où l'immense fantasmagorie qui survole Alberto Rojas Giménez, ces « mers sans personne », ce « seul parmi les morts », ce « seul à jamais » arrivent en volant sans ombre et sans nom, sans sucre, sans bouche, sans rosiers. De plus, tout se passe comme si ces entités abstraites, mortes, transformées en concepts dans ce présent perpétuel qu'est la poésie, en faisaient la dernière interprétation, nous montrant au passage que l'humain (j'insiste pour appeler ainsi cette mer, ce débordement) non seulement il n'est pas propriétaire de la langue qu'il parle, mais, au contraire, il est pris dans une invention de mots. Dans un monde qui a multiplié à l'infini le présent de Troie, et qui a la planète au bord de l'effondrement, ce qui est réel, ce qui est effroyablement réel, c'est le vide laissé par les mots une fois prononcés, la tache noire laissée par les mots une fois écrits, le bruit infernal des bombardements, des massacres, des millions d'émigrés mourant aux frontières qui laissent les mots une fois entendus...

    On comprend alors que la poésie n'est pas le confessionnal du moi, c'est le confessionnal des autres.

    Voici Alberto Rojas Jiménez qui vient en volant. Ce sont des images, des ailes, des solitudes...

    La mer est là. Je descends la nuit et je t'entends

    venir en volant sous la mer désertée,

    sous la mer qui m'habite, obscurcie :

    te voici qui viens en volant.


    J'entends tes ailes et ton vol lent,

    et l'eau des morts me frappe

    comme des colombes aveugles et mouillées :

     te voici qui viens en volant.


    Te voici qui viens en volant, seul solitaire,

    seul parmi les morts, seul à jamais,

    te voici qui viens en volant sans ombre et sans nom,

    sans sucre, sans bouche, sans rosiers,

    te voici qui viens en volant. 1

    Ce sont des images. C'est un ton, un timbre, un tremblement. Ancré dans un temps indiscernable, un être encore sans nom comprend que les étoiles qu’il a vues il y a un instant seulement sont la réfutation ultime du temps et de l’histoire.

    Raul Zurita. Ospedale Maggiore, Milan, 16 juillet 2019.


    Ce texte est le prologue de la nouvelle édition de «Résidence sur la terre» que la maison d'édition Lumen [maison d’édition espagnole du groupe Penguin Random House] publie ce jeudi. [23 février 2023]

    Notes: 

    * 1. « Voici Alberto Rojas Jiménez qui vient en volant», Page 120-123.

    * 2. « Galop mort », Page 15-16.

    * 3. « Seulement la mort », Page 78-79.

    Dans Résidence sur la Terre, Poésie Gallimard Traduit de l'espagnol par Guy Suarès, préface de Julio Cortazar, 224 pages sous couv. ill., 108 x 178 mm. Collection Poésie/Gallimard (No 83) (1972), Gallimard -poés. ISBN 9782070318834. 8,60 €