Fue solamente un gran escritor. Aprendiz de la sabiduría, se encontró en el camino la perfección, y olvidó su destino. A la forma sólo le pidió ser forma; sin embargo, situado en et vértice de la inteligencia, su posición de pura expresividad no le impidió la tendencia a la lucha, et deseo y la desilusión de la lucha. Pero hablemos en presente, porque este Nombre no ha muerto. Su personaje conversa con nosotros sobre la actual realidad y la actual ilusión. Pertenece al presente y su corazón destruido y duradero aún enciende llamas. Sin cualidad moral, sin atadura del espíritu, su presencia perdura. Como los grandes pensadores, obtuvo una profunda relación de desencanto, y alcanzó alguna vez en la soledad de la inteligencia el aislamiento de la desesperanza. Es cierto que lo retuvo entre los Nombres et ancla de una sonrisa permanente.
Anatole France,
Páginas escogidas, Santiago, Nascimento, 1924
Anatole France,
Páginas escogidas, Santiago, Nascimento, 1924
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